Estudiantes del electivo de Ciencias para la Salud transforman el patio de la escuelita de lenguaje en un laboratorio de alegría

En el Colegio San Sebastián creemos firmemente que aprender también es accionar. Que el conocimiento, cuando se conecta con la realidad y con el otro, deja de ser solo teoría para convertirse en herramienta de cambio, de transformación y de servicio. Eso fue precisamente lo que ocurrió con los estudiantes del electivo de Ciencias para la Salud, quienes llevaron a cabo una intervención educativa y afectiva en la Escuela de Lenguaje del establecimiento, motivados por una profunda reflexión sobre el bienestar emocional y su vínculo con la salud.

La actividad se enmarca dentro de los propósitos formativos de la asignatura, los cuales promueven que los estudiantes desarrollen una comprensión sistémica de los problemas de salud pública, tanto a escala local como global. A través de la biología, la reflexión crítica y el trabajo colaborativo, se busca que los jóvenes comprendan su rol como agentes activos del cuidado individual y colectivo, capaces de prevenir enfermedades, promover estilos de vida saludables y, por sobre todo, humanizar la ciencia.

Del aula a la acción: una lectura que despertó sonrisas

Todo comenzó en la sala de clases, donde el grupo leyó y discutió una nota científica sobre la importancia de la risa en la disminución del estrés. Inspirados por estos hallazgos, los estudiantes decidieron convertir el conocimiento en acción y materializar lo aprendido a través de una intervención en la escuelita de lenguaje. El objetivo era simple y poderoso: provocar sonrisas, crear espacios de alegría, y aportar a la salud emocional de los más pequeños del establecimiento.

Una experiencia organizada desde el corazón

La preparación incluyó reuniones, distribución de roles, búsqueda de materiales, planificación de rutinas y mucho entusiasmo. Se conformaron tres grupos de trabajo:

  • 🎭 Payasos de la risa, encargados de interactuar con los niños a través de juegos, bromas y pequeños shows improvisados.

  • 🎨 Pintacaritas de fauna, quienes trabajaron con delicadeza y creatividad, transformando los rostros infantiles en animales mágicos llenos de color y vida.

  • 🎶 Música y baile, un equipo que preparó canciones, bailes y dinámicas colectivas para invitar a moverse y disfrutar en comunidad.

Durante aproximadamente una hora, el patio de la escuelita se transformó en un espacio de juego, ternura y conexión. Cada risa, cada mirada, fue una muestra de que el aprendizaje puede y debe generar impacto social.

Testimonio de Emilio: “Solo quería regalarles un momento que no olviden”

Uno de los estudiantes participantes, Emilio, de tercero medio, compartió su vivencia con honestidad y emoción:

“Nunca había hecho algo así, ni me había disfrazado para hacer reír a los niños. Al principio no sabía qué hacer, pero cuando los vi, sentí una emoción muy fuerte. Me dije: ‘si me quedo callado, nunca sabré de lo que soy capaz’. Y salí con todo. Les dimos un momento que espero que nunca olviden.”

Emilio también reflexionó sobre los aprendizajes detrás de la experiencia:

“Me di cuenta de que no es tan fácil hacer reír. Improvisamos mucho, pero entendí que con pequeños juegos los niños se entretienen. Ahora sé que, si lo hacemos de nuevo, quiero prepararme mejor, pensar bien en qué les divierte, y hacer que sea aún más especial.”

Testimonio de Pamela: “Fue una experiencia que cambió mi forma de verme”

Otra voz que se alzó con fuerza fue la de Pamela, quien inicialmente sintió temor y dudas frente a la idea de interactuar con niños pequeños:

“Cuando el profe nos dijo que íbamos a ir a la escuelita, sentí mucho miedo. Nunca he tenido mucha afinidad con los niños y no sabía cómo expresarme con ellos. Pensaba que no iba a ser capaz. Pero con una amiga decidimos hacer pintacaritas. No teníamos nada preparado… todo fue muy improvisado.”

Aunque partió con incertidumbre, lo vivido superó todas sus expectativas:

“Pensaba que iba a pintar a tres niños y ya. Pero fue un caos hermoso, todos querían pintarse. Y aunque me daba miedo porque no soy buena dibujando, ver sus caritas felices fue increíble. Me sentí bien recibida por las tías y por los niños, y me di cuenta de que no era tan seria o distante como pensaba. También tengo un lado dulce que puedo sacar.”

Sobre el impacto personal, Pamela fue clara:

“Esta experiencia me ayudó a conocerme más, a perder el miedo. Me di cuenta de que soy capaz de enfrentar nuevas situaciones, y eso me dio mucha confianza. Ahora sé que si me invitan de nuevo, voy con otra actitud. Ya tengo esa experiencia positiva que me dice que sí puedo.”

Evaluación con sentido: pensar para mejorar

Finalizada la intervención, el grupo realizó un protocolo de co-evaluación en el que valoraron la experiencia desde múltiples dimensiones. Destacaron la positiva recepción por parte del equipo pedagógico de la Escuela de Lenguaje y la propia satisfacción de haber salido del aula para experimentar una aplicación real de los contenidos trabajados.

Además, con madurez y responsabilidad, identificaron oportunidades de mejora, como planificar con más profundidad futuras intervenciones, perfeccionar la coordinación interna y fortalecer el vínculo entre teoría científica y aplicación práctica.

Un ejercicio de ciencia con alma

Esta experiencia no solo permitió aplicar contenidos del aula en un contexto real, sino que reforzó valores fundamentales como la empatía, el servicio y la responsabilidad. Comprendieron que ser parte del electivo de Ciencias para la Salud no es solo estudiar células o enfermedades, sino también entender cómo se construye el bienestar, cómo se previene el malestar y cómo la ciencia puede ser una herramienta humana, creativa y transformadora.

Desde el Colegio San Sebastián felicitamos a los estudiantes por su entrega, por cruzar el umbral del aula con alegría y compromiso, y agradecemos al equipo docente que guía estos procesos con vocación, sensibilidad y sentido formativo. 

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